Juanjo Bahilo y el circo político de la "imagen" mientras el PJ se desmorona en Entre Ríos

El ultrabordetista y aliado cercano de Edgardo Kueider, Juanjo Bahilo, intenta desvincularse de los escándalos que desnudan las prácticas corruptas de su espacio político, repitiendo el desgastado latiguillo de Gustavo Bordet sobre "cuidar la imagen". Sin embargo, esa "imagen" está hecha pedazos por los constantes casos de corrupción que involucran a organismos como ENERSA, IOSPER, el Tribunal de Cuentas, y la misma Legislatura provincial. Estos hechos, lejos de ser incidentes aislados, revelan un sistema estructural de saqueo y clientelismo.

Un ejemplo paradigmático del deterioro institucional es la reciente "parodia" de expulsión dentro del PJ, realizada por una "media comisión" que carece de potestad legal para sancionar. Este operativo, claramente dirigido desde las sombras por Rosario Romero y José Carlos Halle, ignoró flagrantemente el mandato del Congreso partidario, imponiendo decisiones a lo "modo Bordet": con total desprecio por la ley y los procedimientos internos.

Entre los expulsados figuran nombres emblemáticos de la decadencia del PJ entrerriano: Ledesma, Galliard, las Allende (designadas como parte de los acuerdos políticos de Allende, hoy alineado con Frigerio), y José Cáceres, un personaje cuestionado por su relación con una mesa de dinero, el escándalo de los contratos truchos, y su fama como nombrador serial de parientes en la administración pública.

Lejos de representar una limpieza real dentro del partido, este espectáculo evidencia un acto de encubrimiento, donde se expulsan chivos expiatorios para desviar la atención de los verdaderos responsables. José Cáceres, por ejemplo, personifica el nepotismo y el clientelismo, con un largo historial de manejos irregulares y uso discrecional del Estado como botín familiar.

Mientras tanto, Juanjo Bahilo busca cuidar su "imagen" intentando despegarse de este pantano, pero su papel como uno de los principales operadores del bordetismo y su cercanía con Kueider lo colocan en el núcleo de estas prácticas. Este intento de desmarcarse es otra muestra de la hipocresía de un sistema que no solo está corrompido, sino que se encuentra al borde del colapso.

Bahilo intenta despegarse de KUEIDER en medio cercano a BORDET.

La ciudadanía no necesita más maniobras simbólicas ni farsas partidarias. Los entrerrianos exigen acciones reales que enfrenten la corrupción estructural y pongan fin al modelo clientelista que ha dominado la provincia. Mientras tanto, Bahilo y el bordetismo siguen apostando a las viejas fórmulas de simulación, olvidando que la "imagen" ya no basta cuando la realidad de los hechos los condena.

 

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